Tratemos de aprender del bosque para replicar sus beneficios y responder a las exigencias que como padres se nos proponen cada día. Leyendo sobre los bosques, encontramos que son resultado de los primeros organismos vegetales que abandonaron el mar para conquistar la tierra, de tal manera que posiblemente fueron los primeros en brindar alimento y refugio a los primeros animales terrestres, así como a las aves. De esta misma manera es como papá y mamá abandonan las casas maternas y deciden construir un nuevo lugar, en el que esperan recibir a un nuevo ser vivo a quien ofrecerán refugio y bienestar.
Tal como lo hacen los árboles, procuramos mantener su ambiente limpio y sano y, queremos que permanezcan bajo nuestro cuidado para que nada ni nadie les cause daño, pero es ahí mismo donde surgen los grandes peligros para nuestros hijos.
Si cerramos herméticamente las ramas de nuestro hogar impidiendo que algo llegue a perturbar su tranquilidad, también impedimos su desarrollo, de la misma manera como sucede en aquellos bosques donde las ramas se cierran impidiendo que cualquier rayo de luz llegue al suelo, los arbustos más pequeños quedan destinados a morir; solo en aquellos claros del bosque donde alguno que otro árbol ha alejado las ramas -dejando vulnerables a los brotes nuevos y, al mismo tiempo permitiendo que el sol, la lluvia y el mismo suelo favorezcan su crecimiento- se ve florecer nueva vida.
La interacción de diversas creaturas del bosque, así como la intervención responsable del hombre, hacen del bosque un centro de evolución del ser humano: el bosque nos procura la limpieza del aire, nos aporta la madera y muchas otras materias primas para la civilización, nos brinda refugio y alimento; claro está también podemos talarlo y abusar de él hasta acabarlo. Esto nos muestra cómo debemos enseñar a nuestros hijos a cuidar a los padres y sus abuelos, pues ellos no solo son refugio para la vida infantil, sino compañía y sabio consejo para la vida adulta.
En fin, hemos comenzado nuestro viaje con Mati y esperamos que cada entrega sea un aprendizaje para nuestros pequeños, medianos y grandes aventureros; pero también estamos seguros de que, a su lado y durante este recorrido, podremos aprender de ellos y fortalecernos para hoy y para el futuro.
María Paulina Arteaga de Brigard
Junio 18 de 2010